Las Trece Barreras a la Colaboración en las Empresas


La mayoría de las empresas están plagadas de barreras a la colaboración que a medio plazo pondrán en peligro su posición competitiva… ¿Cómo hemos llegado aquí? Hace solo diez años entendimos la colaboración como un atributo que solo servía para mejorar el clima laboral... Sin embargo, hoy se revela como uno de los pilares esenciales de la productividad de una empresa, y por lo tanto, con un impacto importante  en la cuenta de resultados… ¿Pero sabemos gestionarla?


En mi opinión seguimos sin saber cómo derrumbar las barreras que impiden la colaboración. Seguimos siendo políticamente correctos, diciendo que para nuestra empresa la colaboración es fundamental… cuando no apoyamos estas afirmaciones con actos decididos a dinamitar las barreras de colaboración, ya que supone “pisar muchos callos”.

¿Mejor malo conocido que bueno por conocer? ¡En absoluto! Este cambio de prioridad viene motivado por diversos factores… en una economía globalizada, donde las barreras de los mercados han caído y la aproximación de las empresas es global, no es raro trabajar con gente de diversas ciudades o incluso países, con costumbres, culturas, usos horarios e incluso idiomas diferentes.

De hecho, ha cambiado la estructura cultural de la fuerza de trabajo: antiguamente las empresas disponían de equipos muy estables, que raramente habían trabajado en más de dos o tres empresas, contratados por cuenta ajena y con baja movilidad… lo que no es la tónica actual. La alta rotación de empleados, el histórico de empleos que acumulan, así como la cantidad de proveedores, freelance y subcontratistas con los que se debe trabajar han impreso un nuevo carácter a las dinamitas de colaboración, que se han vuelto si cabe más críticas que solo hace diez años.


Para entender que es colaboración, hay que ir un poco más allá de su definición y entender cómo funciona nuestra sociedad en general y las empresas en particular … porque por muchos procesos, políticas o directrices que establezcamos, la base de la colaboración son las personas, y por ende, el carácter humano.

LAS PRINCIPALES BARRERAS DE COLABORACIÓN

En este escenario, debemos hacer un esfuerzo por identificar cuáles son las principales barreras que existen para la colaboración dentro de nuestra empresa, que por muy especiales que nos sintamos, son las mismas no solo dentro de nuestro sector, sino dentro de cualquier mercado… ya que se basan en el carácter humano, como hemos comentado antes.

1. Sensación de propiedad: Si hay una barrera atada a como funcionamos las personas es ésta, y tiene una especial incidencia en capas de mandos intermedios. Tras un tiempo gestionando una unidad o división, es habitual desarrollar una sensación de “propiedad” sobre la misma… que aunque a corto plazo pueda parecer positiva a la larga es nefasta, dado que se tiende a velar solo por los intereses de nuestra “chimenea”, en detrimento del bien común (de la empresa). La mejor forma de dinamitar este tipo de barreras es generar una visión común, en las que primero la organización y luego la propia “chimenea”. Para casos muy recalcitrantes se suele optar por “barajar cartas”, es decir, por intercambiar entre ellos los mandos intermedios…

2. Falta de confianza o respeto: Aunque podríamos argumentar que se trata de algo similar a la motivación, la realidad es que en una empresa los comportamientos se heredan, y si en las capas directivas se dan este tipo de comportamientos acabaran permeando al resto de la empresa, derivando en actitudes absolutamente opuestas a la colaboración.

3. Cultura de competencia interna: Desgraciadamente, y aunque intuitivamente resulta antinatural, son muchas las empresas que promueven una competencia negativa entre sus empleados… de forma de que si uno “sube”, el resto “bajan”, si alguien “lo hace bien” quiere decir que el resto “lo hace mal”. Es una estrategia que se dice utilizaba Hitler para mantener a raya a sus subordinados: encargaba la misma tarea a dos de ellos, y debían competir entre ellos… lo que hacía para prevenir el escenario donde se pudieran unir entre ellos para amenazar su posición de poder.

4. Visión a largo plazo inexistente: Colaborar es sin duda crítico para el éxito de la empresa. Si a alto nivel no se transmite su importancia y se impone una sensación de urgencia, aunque los empleados puedan reconocer la importancia de colaborar aducirán que “no tienen tiempo” para ello. Aunque colaborar pueda suponer a corto plazo algo más de trabajo, la realidad es que a medio/largo plazo la diferencia es tremenda, y sobre todo, genera un modelo de trabajo sostenible.

5. Prioridades diferentes y no alienadas: Uno de los atributos base de la colaboración es el trabajo con un fin común. Si cada área de la empresa solo vela por sus objetivos y carece de una línea estratégica clara y comprensible, que deberá ser marcada por la alta dirección, se acaba instaurando la cultura de la “chimenea”. Este liderazgo en colaboración, debe ser consistente, coherente y sobre todo, creíble. No valen las aproximaciones de “haz lo que yo diga, no lo que yo haga”.

6. Todo es confidencial: Aunque hay empresas y situaciones donde debe existir un determinado grado de confidencialidad en lo que a sus operaciones internas se refiere, es habitual que este acabe utilizándose como excusa para justificar no colaborar. Es importante definir una serie de reglas claras, y conocidas sobre los casos donde SI es necesaria la confidencialidad (en lugar de la filosofía de “por defecto, todo es confidencial).

7. Organigramas jerarquizados y comportamientos: Como analizamos hace algún tiempo hablando de para que existían las empresas, las actuales jerarquías que menudean en nuestras organizaciones nacieron hace más de dos siglos, época en la que la colaboración no solo no era deseable sino contraproducente… Sin embargo, creo que es hora de diseñar empresas más planas (o incluso redarquías) donde el valor de una persona se juzgue por lo que es capaz de aportar y colaborar, y no por las horas que calienta la silla.

8. Cuellos de botella: Desgraciadamente todavía existen empresas donde el poder de una persona se mide en función del número de días que puede parar algo sobre su escritorio… Éste tipo de comportamientos no solo hacen pesadas y lentas a sus empresas, sino que evitan que el conocimiento fluya y desincentivan la colaboración… por lo que no pueden ser tolerados. Se debe mandar un mensaje claro e inequívoco haciendo una caza decidida de este tipo de perfiles. O aprendes a colaborar, o estas sentado encima de un barril de dinamita…

9. Ego: Aunque está al final, posiblemente sea está la más habitual barrera a la colaboración en la empresas. La parte “negativa” de implantar una cultura de colaboración en la empresas es que los éxitos se “difuminan” (de hecho, se debe perseguir que sea así)… y el hecho de que los aciertos dejan de ser atribuibles a una persona en concreto y pasen a ser de todo un grupo puede amenazar el ego de algún perfil muy concreto.

10. Objetivos y retribución: Realmente se trata de la materialización de varios de los puntos anteriores. Es genial que se nos llene la boca sobre la importancia de la colaboración y lo estratégica que resulta en nuestra empresa… pero si luego promovemos lo contrario, posiblemente no consigamos nada. Es muy habitual diseñar sistemas de incentivos que bonifican a la persona en lugar del grupo, que reconocen el éxito de un área en lugar de la empresa, y que no premian la colaboración y la compartición de conocimiento.

11. Carencia de herramientas: Aunque es el primer punto que solemos poner encima de la mesa cuando diseñamos una estrategia de colaboración, es de lejos la menos importante. Desplegar una herramienta social o plataforma de colaboración no va a derrumbar mágicamente el resto de barreras, ni va a conseguir que la gente empiece a trabajar de otra forma. Dicho esto, es importante conocer su relevancia: videoconferencias interminables, conferencias telefónicas que parecen conversaciones de besugo, cadenas de emails kilométricas, documentos con 5 niveles de comentarios… no ayudan mucho a colaborar.

12. No tenemos cabezas de puentes: se trata esas personas con una capacidad innata para salvar las diferencias y agrupar en torno a ellas equipos que abrazan la colaboración como algo natural… pero que no por ellas crean chimeneas, sino que se ponen a disposición de los demás. En realidad, no es que falten, sino que no tenemos ningún proceso para identificarlos… posiblemente nos sorprendamos de la cantidad de cabezas de puente que tenemos los sitios más insospechados…

13. Demasiada “seriedad”: Aunque parezca trivial, el divertirse en el trabajo y pasarlo bien desempeñando nuestras tareas predispone a una actitud mental mucho más proclive a compartir que si estamos en un entorno donde se persigue sistemáticamente cualquier signo de felicidad de un empleado… Como dice un amigo, el humor no está reñido con lo serio sino con lo solemne.
Al final, la colaboración se trata de un tema de cultura de empresa, lo que implica que no será ni fácil ni rápido… pero sin duda es imperativo para la supervivencia a largo plazo de la empresa. Si queremos conseguir ese cambio cultural en nuestra Organización debemos liderar con el ejemplo, premiar la colaboración y transmitir un mensaje claro e inconfundible: colaborar es vital.